La temporada de otoño es un momento fundamental para el sector de la distribución de patatas en España, un país con una larga tradición agrícola y un consumo permanente de este tubérculo esencial. Al finalizar los meses de verano, el mercado comienza a enfrentar una serie de cambios en la producción, la demanda, los precios y las preferencias del consumidor que definirán el panorama anual. En este artículo se abordan los principales aspectos que marcan la dinámica de la patata durante el otoño, apoyados con datos y previsiones oficiales para 2025.
Recolección de patata tardía y oferta regional
Durante el otoño, especialmente entre septiembre y noviembre, se inicia la recolecta de la patata tardía en regiones claves como Castilla y León, Galicia y parte del País Vasco, que son referentes en la producción nacional. Esta variedad es apreciada por su piel más dura y sabor intenso, elementos que aportan valor culinario para platos tradicionais como guisos o purés.
No obstante, la campaña 2025 ha estado marcada por incidencias climáticas, que han retrasado siembras y afectado rendimientos. Por ejemplo, en la comarca de A Limia (Galicia) se ha observado preocupación por el atraso en la siembra, así como en Andalucía, donde pese a un aumento en superficie sembrada se estiman pérdidas productivas por lluvias excesivas.
Este panorama afecta directamente la oferta local, disminuyendo la disponibilidad y generando necesidades de importación para garantizar el suministro a mercados y establecimientos durante el otoño-invierno.
Demanda de patata tras el verano: fresco versus congelado
La demanda de patata fresca tradicionalmente baja ligeramente en otoño tras el auge de consumo en verano. Se debe en parte a cambios en los hábitos de compra de los consumidores españoles, que reducen el tiempo dedicado a la cocina desde cero y optan por productos que les ofrezcan rapidez y comodidad.
En contraste, la patata procesada y congelada experimenta un aumento notable en ventas. El crecimiento de la patata congelada se basa en su practicidad, vida útil prolongada y facilidad de preparación, atributos que responden a la vida acelerada y a la creciente demanda de productos listos para consumir o de fácil elaboración en el hogar y la restauración.
Los precios también evolucionan con estas tendencias. Tras el verano, los precios de la patata en origen suben con fuerza debido a la reducción regional de oferta y la transición hacia importaciones para abastecer la demanda nacional. En 2025, los precios en origen fluctúan entre 0,53 y 0,69 €/kg, reflejando una volatilidad habitual en esta época.
Diferencias regionales en producción y precios
La producción de patata en España es heterogénea, con regiones que sufren más o menos según las condiciones climáticas y la superficie cultivada.
Castilla y León, la principal productora, mantiene una producción relativamente estable, aunque con leves reducciones en superficie, afectando el volumen recolectado. Esta región suele ver un aumento en precios en otoño, consecuencia de la menor oferta.
Galicia muestra incrementos en superficie sembrada, pero con un retraso en siembra que genera incertidumbre. Los precios aquí suelen subir cuando la producción baja.
En el País Vasco también se observa reducción de producción local, con aumento de precios.
Por otro lado, en regiones como Comunidad Valenciana y Almería, la producción puede ser más estable o incluso aumentada, pero con menor demanda regional que provoca bajadas de precio.
Andalucía presenta un panorama mixto: pese a lluvias que afectan rendimientos, el aumento de superficie sembrada ayuda a mantener la producción general.
Estos factores obligan a las empresas distribuidoras a planificar su aprovisionamiento con flexibilidad para combinar oferta nacional con importaciones y así mantener el equilibrio.
Situación comercial y retos del sector
La producción total de patata en España para 2025 disminuye levemente un 1,4% respecto a 2023, con una reducción en área cultivada y un ligero aumento en los rendimientos por hectárea. Aunque Castilla y León y Galicia lideran la producción, las condiciones macroeconómicas, las fluctuaciones climáticas y la competencia internacional imponen un contexto desafiante para los productores y distribuidores.
El gasto medio anual por consumidor es bajo, alrededor de 33 euros en total, con la mayoría destinada a patata fresca, pero con un aumento notable en la inversión en patata congelada.
Las tiendas tradicionales pierden relevancia frente a supermercados e hipermercados, que concentran más del 50% de las compras de patata fresca.
El sector debe trabajar en fomentar el consumo y mejorar la imagen del producto fresco, algo insuficientemente promovido, especialmente frente a otros alimentos como pasta o pizza.
La temporada de otoño 2025 en la distribución de patatas en España presenta una dinámica compleja marcada por el impacto climático, el cambio de hábitos de consumo, las diferencias regionales y las presiones del mercado global.
Las estrategias del sector incluyen fortalecer colaboraciones con productores locales, diversificar la oferta y apostar por la innovación para captar a un consumidor más exigente y cambiante. Solo con una gestión integral y flexible se podrá garantizar la disponibilidad y calidad que el mercado español requiere en los meses clave del otoño e invierno.





