¿Cómo selecciona Frusangar las variedades de patatas según diferentes usos culinarios?

La patata es, sin duda, uno de los ingredientes más versátiles, sabrosos y apreciados de la gastronomía española. En FRUSANGAR, la pasión por la calidad y la innovación ha convertido a la empresa en un referente a la hora de seleccionar variedades de patatas adaptadas a cada uso culinario y cada estación del año, tanto para el consumidor final como para el canal profesional. Pero, ¿cómo realiza FRUSANGAR esa selección? ¿En qué se fija para ofrecer la mejor experiencia gastronómica en cada plato? Exploramos, desde una perspectiva técnica, los criterios, procesos y secretos que emplea FRUSANGAR para seleccionar y distribuir las mejores variedades de patatas españolas, atendiendo tanto a la ciencia agronómica como a la cultura culinaria nacional. Si buscas profundizar en calidad, sostenibilidad y utilidad práctica en la cocina, sigue leyendo. 1. Criterios técnicos agronómicos: El viaje desde la tierra hasta la mesa La selección de variedades de patata en FRUSANGAR comienza en el propio campo, donde juegan un papel clave varios factores: a. Origen geográfico y estacionalidad Patatas de proximidad: FRUSANGAR apuesta por variedades cultivadas principalmente en la Comunidad de Madrid, Murcia, Andalucía y otras zonas míticas de patata española. Esto asegura frescura, menor huella ecológica y favorece las economías locales. Temporada y ciclo: La patata nueva (recolectada en primavera), la semitemprana (verano) y la vieja o tardía (otoño) presentan características diferentes en cuanto a sabor, textura y rendimiento. Frusangar ajusta las variedades según la época para ofrecer máximo sabor y textura óptima. b. Propiedades físico-químicas Contenido de almidón y agua: Estos parámetros definen la mejor aplicación culinaria: freír, cocer, asar, hacer purés o guisar. Estructura y color de pulpa: Varía entre blanca, amarilla o incluso roja, lo que determina su presentación y adaptabilidad al plato final. Resistencia y conservación: Se priorizan variedades que mantengan la firmeza y sabor, y que resistan bien al transporte y almacenamiento. 2. Variedades que cultiva y ofrece FRUSANGAR, y sus usos recomendados A continuación, el corazón del artículo: un análisis detallado de las variedades más empleadas por Frusangar —todas cultivadas en España— y para qué se recomienda cada una. Patata Agria Usos principales: Freír (chips, panaderas, patatas fritas clásicas), platos al horno y tortillas. Características: Media-alta en almidón, piel clara, baja absorción de aceite y mantiene bien la forma. Es un clásico de la fritura española y también resulta óptima para asar. Kennebec Usos principales: Guisos (cocidos, caldos, potajes), asados y tortillas. Características: Pulpa blanca cremosa, absorbe a la perfección los jugos de los guisos. Destacada en Galicia y Cataluña por su sabor y textura. Ideal para platos de cuchara. Monalisa Usos principales: Hervir, cocer, freír, y para tortillas o purés suaves. Características: Equilibrio entre almidón y humedad, piel fina y amarilla, y forma ovalada. Aguanta bien la cocción sin deshacerse, muy versátil para múltiples elaboraciones. Red Pontiac Usos principales: Hervir, asar, vapor y guarniciones. Características: Piel roja intensa, pulpa blanca y cerosa, muy firme tras la cocción. Perfecta para ensaladas o guisos que requieren patata que no se deshaga. Soprano Usos principales: Destaca por su versatilidad: freír, cocer, asar o guisar. Características: 100% española y reciente, baja absorción de grasa, resistente al cocerse, resultado homogéneo. Ideal para quien busca polivalencia y consistencia en todo tipo de preparaciones. Ágata Usos principales: Vapor, guarniciones y hornos. Características: Piel amarilla fina, mucha agua, color uniforme. No indicada para frituras, pero sí excelente en asados y estofados, guarniciones para carnes y pescados. Rudolph Usos principales: Freír, hornear, cocer. Características: Variedad semitemprana, piel roja, pulpa blanca, bajo almidón, se adapta genial a usos diversos, ideal para hostelería por su regularidad y resultado en diferentes técnicas. 3. Adaptación a las necesidades del consumidor y la hostelería Frusangar no sólo selecciona patatas por sus características técnicas, sino analizando la demanda del cliente —hogar o profesional— y el tipo de plato que se va a preparar. Profesionales: Buscan regularidad, bajo desperdicio y rendimiento óptimo en cada lote. Frusangar ofrece soluciones flexibles según el canal: hostelería, colectividades, supermercados o venta directa. Particulares: Se prima la facilidad de uso, adaptabilidad y la experiencia culinaria en casa, con recomendaciones detalladas en cada envase o comunicación. Contenido estacional: Cada temporada se ajusta el portafolio buscando frescura y sostenibilidad, colocando en el mercado variedades de temporada que aportan máxima calidad y sabor. 4. Innovación, sostenibilidad y trazabilidad Frusangar apuesta por la innovación agronómica constante: Colaboraciones con agricultores seleccionados, para obtener semillas certificadas y variedades adaptadas a cada región de cultivo y a las tendencias actuales de consumo. Envasados inteligentes: Uso de materiales reciclables y técnicas que preservan frescura, ajustándose a demandas de sostenibilidad tanto de consumidor final como sector profesional. Trazabilidad: Desde el campo hasta el punto de venta, FRUSANGAR asegura trazabilidad total, permitiendo saber el origen, variedad, prácticas agrícolas y época de cada lote. Esto es fundamental para garantizar la seguridad y confianza, así como para certificar la auténtica huella española del producto. 5. El proceso de selección: más allá del laboratorio Para garantizar la máxima calidad, no basta con comprobar la variedad. FRUSANGAR realiza tests en cocina —frituras, cocciones, asados, vapor— y ajusta el lote según el resultado y la experiencia del paladar experto, además de someter los lotes a análisis sensoriales y pruebas de recetas tradicionales (tortilla, guisos, bravas, asados), asegurando que la textura, color y sabor responde a lo que la gastronomía española exige. 6. Consejos prácticos de conservación y cocina Para maximizar el rendimiento de cada variedad, FRUSANGAR recomienda: Conservar en sitio fresco y seco, fuera de la nevera, evitando la luz directa. Elegir la variedad adecuada para cada receta: no todas sirven para todos los usos. Consultar el etiquetado o a los especialistas FRUSANGAR para identificar la mejor patata para tu necesidad, aprovechando la experiencia y asesoramiento personalizado que ofrece la empresa. 7. Nuevas tendencias y el futuro de la selección varietal El mercado de la patata en España evoluciona: Auge de variedades locales y tipificadas por uso (p. ej. patata para tortilla, para bravas, para guarnición gourmet, para chips caseras). Potenciación de variedades tradicionales como la Kennebec gallega o la Red Pontiac del centro, junto con nuevas como la Soprano, adaptadas al gusto moderno.
¿Cómo elegir la patata de calidad perfecta?

En el mercado actual, elegir una patata de calidad es fundamental para disfrutar de su sabor, textura y propiedades nutritivas. En Patatas FRUSANGAR, nuestra misión es llevar a tu mesa las mejores patatas, seleccionadas bajo estrictos criterios de calidad, seguridad alimentaria y certificación. En este extenso artículo te revelamos todo lo que debes saber para identificar la mejor patata, cuáles son las certificaciones a las que debes prestar atención, y cómo nuestro proceso “del campo a la mesa” garantiza productos frescos, seguros y deliciosos. ¿Cómo reconocer una patata de calidad? Si alguna vez te has preguntado cómo identificar una patata de calidad al hacer la compra, en Patatas FRUSANGAR te damos las claves imprescindibles que usan los expertos. 1. Aspecto exterior y color Superficie: Las patatas de calidad deben presentar una piel limpia, firme, sin manchas negras, arrugas excesivas ni zonas verdes. Color: El color depende de la variedad, pero nunca debe presentar tonalidades verdosas. Las partes verdes indican la presencia de solanina, un componente natural tóxico cuando se consume en exceso. Textura: La piel debe ser lisa, sin brotes ni humedad. Exceso de tierra o humedad puede favorecer la aparición de hongos. 2. Consistencia y firmeza Presiona suavemente la patata. Una patata de calidad será dura y no cederá fácilmente. Evita las patatas blandas, arrugadas o con zonas reblandecidas. 3. Ausencia de daños o brotes Las mejores patatas no presentan agujeros, marcas profundas, cortes o brotes (ojos). Estas imperfecciones pueden indicar daños internos o envejecimiento. Patatas nuevas (“baby”) suelen ser de piel fina y tierna, perfecta para hervir o asar. 4. Aroma y frescura Una patata de calidad carece de olores extraños, húmedos o a podrido. El aroma fresco a tierra es normal y agradable. 5. Variedad y destino culinario Ten en cuenta la variedad: algunas resultan mejores para guisos (como la Monalisa o la Agria), mientras que otras brillan en frituras o al horno (como la Kennebec). La elección de la variedad óptima forma parte esencial de la experiencia FRUSANGAR, seleccionando cada lote para su destino más apropiado. El proceso “del campo a la mesa” en Patatas FRUSANGAR Apostar por productos de proximidad y cadena corta garantiza frescura, sabor y menor impacto ambiental. En Patatas FRUSANGAR te contamos cómo es nuestro viaje: 1. Selección de tierras y semillas Elegimos parcelas certificadas en las mejores zonas agrícolas de Madrid y Castilla. Usamos semillas certificadas y asesoradas por ingenieros agrónomos para asegurar homogeneidad y resistencia. 2. Cultivo responsable y sostenible Aplicamos rotación de cultivos, evitando el uso intensivo de químicos y promoviendo la biodiversidad. Riego eficiente, fertilización controlada y respeto a los ciclos naturales de la tierra. 3. Cosecha en el punto óptimo La recolección se realiza en su punto justo de maduración, garantizando que cada patata de calidad tenga sabor, textura y durabilidad excepcionales. La cosecha se efectúa con maquinaria adaptada y un equipo experimentado para minimizar daños. 4. Almacenamiento y transporte seguros Las patatas pasan a cámaras con control de temperatura y humedad, evitando la brotación prematura o deterioro. Transporte a nuestros centros de manipulación en vehículos isotermos, asegurando que la cadena de frío nunca se rompa. 5. Manipulación, selección y envasado Se eliminan manualmente todas las piezas con imperfecciones para garantizar que solo llega a tu mesa lo mejor. El proceso se realiza bajo estrictos protocolos de higiene y seguridad alimentaria. Usamos envases identificados para facilitar la trazabilidad. 6. Distribución y puntos de venta Las patatas FRUSANGAR llegan frescas al supermercado gracias a una logística rápida y eficiente. 7. Garantía de satisfacción Nuestro compromiso no acaba en el punto de venta: ofrecemos canales de atención al cliente para resolver cualquier duda o sugerencia. Invitamos a los consumidores a compartir recetas, fotos y experiencias para formar una comunidad. Ventajas de consumir patatas certificadas y de calidad Salud y nutrición: Menos residuos, más nutrientes y sabor auténtico sin peligros ocultos. Trazabilidad: Puedes saber exactamente dónde y cómo se cultivó tu patata, garantizando confianza. Compromiso ambiental: Menor huella ecológica y apuesta por una agricultura sostenible. Apoyo a lo local: Contribuyes al desarrollo rural y a mantener vivos los mejores campos de España. Preguntas frecuentes sobre la patata de calidad y las garantías FRUSANGAR ¿Por qué es importante la selección de la patata? Escoger una patata de calidad determina el éxito de tus recetas y te asegura un producto seguro, libre de contaminantes y rico en nutrientes. ¿Las patatas ecológicas son más sanas? Nuestra apuesta por un cultivo sostenible, aunque no siempre incluye la etiqueta “eco”, sí prioriza el respeto por el entorno y la salud del consumidor gracias a la reducción máxima de productos químicos. ¿Qué garantiza una certificación oficial? Un sistema de certificaciones asegura que la producción cumple todos los estándares nacionales e internacionales en cuanto a sanidad, calidad y trazabilidad. Exige siempre patatas con etiquetas reconocidas. ¿Cómo saber si una patata es fresca? La frescura se comprueba por la consistencia, el olor y la fecha de recolección en el envase. Las patatas muy blandas o con brotes han perdido parte de sus propiedades.
Frusangar y Frutas Eloy suman fuerzas

En FRUSANGAR estamos entusiasmados de anunciar un acuerdo que reafirma nuestro compromiso con la calidad y el producto local: FRUTAS ELOY se convierte en distribuidor oficial de Patatas LA CHULAPONA para toda la hostelería y restauración en Madrid. ¿Qué hace especial a Patatas LA CHULAPONA? Estas patatas, cultivadas en los campos de Madrid, destacan por su sabor, frescura y versatilidad, lo que las convierte en la elección favorita de los mejores chefs y restaurantes de la región. Su origen local garantiza una calidad superior, perfecta tanto para frituras doradas y crujientes, como para guarniciones o platos tradicionales. ¿Quién es FRUTAS ELOY? FRUTAS ELOY es uno de los referentes en distribución de frutas, verduras y productos frescos en Madrid, con casi un siglo de trayectoria y una atención especializada tanto a grandes establecimientos como a clientes particulares. Ahora, con este acuerdo, lleva a otro nivel su apuesta por productos emblemáticos y de proximidad. Ventajas para la hostelería… y para tu cocina Con esta alianza, restaurantes, hoteles y negocios de catering podrán contar con el suministro regular de Patatas LA CHULAPONA a través de un distribuidor con experiencia, logística avanzada y un catálogo donde la excelencia es la norma. Pero la buena noticia es que también puedes comprar estas deliciosas patatas en su tienda física en la C/ Barbieri, 26 (Plaza de Chueca) y, muy pronto, en su tienda online. Compromiso con el sabor de Madrid Este acuerdo no solo refuerza el apoyo al producto local, sino que acerca la mejor materia prima directamente a quienes valoran el sabor auténtico en cada plato, tanto en la hostelería como en el hogar. En FRUSANGAR, celebramos este paso adelante en la distribución de productos de calidad y animamos tanto a los profesionales como al público general a descubrir (¡y saborear!) la diferencia de trabajar con los mejores aliados del sector. ¡Brindamos por las nuevas alianzas, la calidad y el sabor de siempre!
10º Aniversario de Patatas La Chulapona

En Patatas FRUSANGAR celebramos el 10º aniversario de Patatas LA CHULAPONA, un proyecto nacido del compromiso con la tierra, la tradición y la innovación local. A lo largo de una década, hemos logrado que este producto de Km0 se posicione como un referente tanto en la gastronomía profesional como en la mesa de los consumidores de la Comunidad de Madrid. Hoy, hacemos balance de una historia de éxito que aúna sostenibilidad, sabor y excelencia. Un origen con nombre y apellido Patatas LA CHULAPONA es mucho más que un alimento: es símbolo de autenticidad, de respeto por las raíces y de apuesta por el desarrollo rural. Su nombre, inspirado en la famosa zarzuela y en las mujeres madrileñas que labraron estos campos, rinde homenaje a la cultura de la capital y a las generaciones de agricultores locales. La Historia: De la Idea al Referente Año 2015: Nace La Chulapona de la mano de FRUSANGAR, en respuesta al deseo de ofrecer una patata nueva de temporada y de origen cien por cien madrileño. Selección de terrenos: Los campos de Villamanrique de Tajo y la Comarca de Las Vegas se eligen por su suelo arcilloso y clima mediterráneo, ideales para este cultivo de alta calidad. Ciclo agrícola controlado: Desde la siembra hasta la cosecha, el proceso privilegia métodos tradicionales coordinados con tecnología de precisión, para garantizar una producción sostenible y trazabilidad absoluta. Las Claves del Éxito Producto de Km0: Compromiso con lo Local La Chulapona solo se cultiva y distribuye en la Comunidad de Madrid. Esta limitación no es una barrera, sino una garantía de que lo mejor de nuestra tierra llega fresco, en menos de 24 horas, a los puntos de venta y restauración. Menor huella de carbono: Reducción del 68% en pérdidas logísticas respecto a productos de otras regiones. Frescura y sabor superior: El recorrido campo-mesa se reduce a menos de 12 horas. Apoyo al empleo local: Más de 1,500 empleos directos y miles de indirectos vinculados al ciclo del cultivo, envasado, distribución y venta. Certificación y Excelencia: Sello M de la Comunidad de Madrid La Chulapona ostenta el exclusivo sello M Producto Certificado, que avala su origen y calidad. Para obtenerlo, cada lote supera 17 controles analíticos, entre ellos: Densidad específica (1,080-1,095g/cm³) Porcentaje de almidón (18-22%) Bajo nivel de solanina Trazabilidad desde el campo hasta el etiquetado Esta certificación convierte a LA CHULAPONA en la primera patata madrileña con reconocimiento de calidad y origen, distinción especialmente valorada en la restauración y por los consumidores que exigen productos de confianza a su mesa. Innovación y Tradición: Proceso de cultivo único Cosecha nocturna y tecnología de precisión La cosecha se realiza de noche para proteger los tubérculos del estrés térmico, minimizando la producción de solanina y garantizando una textura y sabor óptimos durante 28 días posteriores a la recolección. El uso de maquinaria de última generación y asesoría agronómica favorece una mayor eficiencia y sostenibilidad sin perder el alma tradicional del producto. Selección y formatos de venta versátiles Ofrecemos variedades autóctonas cuidadosamente seleccionadas por su rendimiento y sabor, en formatos adaptados tanto a consumo doméstico como profesional: malla lavada de 3kg, bolsas de papel biodegradables y cajas a granel de 10kg. Valor Gastronómico: de la campo a la carta gourmet La versatilidad culinaria de La Chulapona la convierte en favorita de chefs, hosteleros y expertos, así como de amantes de la cocina en casa. Chefs de referencia como Iñigo Urrechu han reivindicado su valor para tortillas, purés, ensaladilla rusa, guarniciones y platos castizos como los huevos estrellados, receta en la que la elección de la patata marca la diferencia y define la autenticidad del plato. Desempeño en cocina profesional y hogar Fritura profesional: Absorbe 23% menos aceite que variedades estándar; costra crujiente y uniforme en 160 segundos. Resistencia al recalentamiento: Color y textura óptimos tras varios recalentados; ideal para batch cooking. Innovación en texturas: Permite purés, espumas y guisos con consistencia estable y sabor pleno. Sostenibilidad y Futuro: de la Tierra para Madrid Impacto ecológico reducido El cultivo y consumo esencialmente local se traduce en: Menores emisiones de CO₂ Ausencia de agroquímicos livianos y antigerminantes Embalajes biodegradables Rotación de cultivos para preservar los suelos FRUSANGAR trabaja con agricultores asociados para implementar buenas prácticas ambientales y sociales, impulsando una agricultura que cuida tanto el entorno como las personas. Apoyo a la Comunidad La compra de Patatas La Chulapona es también un acto de apoyo al comercio responsable y al desarrollo rural. Cada campaña genera relaciones de confianza entre productores y distribuidores de la comunidad, contribuyendo a la vitalidad de los municipios agrícolas y la economía regional. Una década llevando el nombre de Madrid Después de diez años, el balance no puede ser más positivo: crecimiento exponencial en ventas, reconocimiento mediático, fidelidad de los consumidores y los profesionales, y una identidad que conecta con el paladar y el corazón de Madrid. El estudio de tendencias de Mercasa de 2025 lo confirma: el 68% de los consumidores premium en la región están dispuestos a pagar hasta un 30% más por productos con sello de denominación madrileña y el 54% de los jóvenes valoran la trazabilidad y el origen Km0. En el 10º aniversario de Patatas LA CHULAPONA, renovamos nuestro compromiso: seguir apostando por el producto local, por la innovación sostenible y por la calidad sin concesiones. Gracias por formar parte de esta aventura, ya seas profesional o amante de la buena mesa, y por apostar cada día por el auténtico sabor madrileño.
El viaje de la patata: historia, cultivo y cómo llegó a España

La patata es uno de los alimentos más esenciales y versátiles en la gastronomía mundial y, especialmente, en la dieta española. Pero detrás de este humilde tubérculo se esconde una historia apasionante que toca culturas, avances agrícolas y tradiciones culinarias. Origen y expansión mundial Originaria de la región andina de Sudamérica, la patata fue cultivada por primeras civilizaciones indígenas hace más de 7,000 años. El tubérculo se adaptó a condiciones extremas de altura y clima, desarrollando una resistencia y variedad de tipos que la hacen tan especial. Tras la llegada de los españoles al continente americano en el siglo XVI, la patata fue llevada a Europa. Se introdujo inicialmente como curiosidad botánica en botánicos y jardines reales antes de convertirse en un alimento básico. Sin embargo, su adopción fue lenta y resistida en algunos países por prejuicios y desconocimiento. No fue hasta aproximadamente 150 años después, en los siglos XVII y XVIII, cuando la patata se consolidó como alimento fundamental en la dieta europea, sobre todo en zonas rurales. Su capacidad para crecer en suelos pobres y su alto rendimiento calórico la convirtieron en un recurso vital para combatir la hambruna. La llegada de la patata a España La patata llegó a España en el siglo XVI, probablemente a través de Cádiz y otros puertos vinculados al comercio con América. Inicialmente fue cultivada en jardines botánicos y lentamente introducida en la agricultura española. La aceptación popular tardó en llegar y fue en los siglos XVIII y XIX cuando la patata empezó a formar parte fundamental de la alimentación en España, especialmente tras crisis agrícolas que mostraron la importancia de contar con cultivos resistentes y nutritivos. Hoy, la patata es un producto clave en el campo español y aparece en incontables platos tradicionales, desde la clásica tortilla de patatas hasta las patatas bravas y la ensaladilla rusa. Es común en todos los hogares y un pilar de la gastronomía nacional. Variedades y cultivo actual En España, se cultivan múltiples variedades de patata, cada una con características específicas que las hacen más adecuadas para ciertos usos culinarios y modos de preparación. Por ejemplo, variedades como la Soprano, Monalisa o la Agatha son preferidas para cocer, mientras que la patata agria se recomienda para freír debido a su textura y sabor. El cultivo moderno de la patata en España combina técnicas tradicionales con innovaciones agrícolas como la agricultura de precisión y un cuidado exhaustivo en la selección de semillas para mantener calidad, sabor y sostenibilidad. Empresas como FRUSANGAR lideran este movimiento, garantizando productos frescos, de excelente sabor y con control de calidad extremo para que la patata siga siendo un alimento saludable, económico y delicioso. Relevancia nutricional y en la dieta española Las patatas son una fuente importante de carbohidratos complejos que aportan energía de forma sostenida. Además, contienen fibra, potasio, y vitaminas como la B1, B3 y ácido fólico. Son bajas en grasa y, dependiendo del modo de cocinado, mantienen gran parte de sus propiedades nutricionales. Este alimento ha sido reconocido por profesionales de la salud por su rol en la nutrición diaria, ayudando a la función cardiovascular, digestiva y al control del peso si se consume moderadamente y preparado de forma saludable. Algunos estudios recientes destacan la importancia de conservar la piel y cocinar la patata hervida o asada para optimizar su valor nutritivo y evitar aumentos bruscos en el índice glucémico. La patata en la gastronomía española La versatilidad de la patata es insuperable. Está presente en platos emblemáticos que forman parte del patrimonio culinario español, desde preparaciones sencillas hasta platos de alta cocina. Esto refleja su arraigo cultural y su importancia en la economía familiar y el sector agroalimentario. Además de su sabor y propiedades, la patata es un producto accesible para todas las economías, contribuyendo a la seguridad alimentaria en España. Este recorrido por la historia, cultivo y la importancia de la patata en España nos muestra cómo un simple tubérculo puede contar una historia de adaptación, sostenibilidad y cultura que sigue evolucionando cada día en nuestra mesa.
¿Por qué la patata es el tercer cultivo más importante del mundo?

La patata es mucho más que un alimento cotidiano en la mesa de millones de personas: es el tercer cultivo alimentario más importante del mundo, solo por detrás del arroz y el trigo. Su relevancia trasciende fronteras y contextos, y resulta fundamental para comprender la evolución de la agricultura moderna, la seguridad alimentaria global y los retos de sostenibilidad del siglo XXI. La patata: un cultivo verdaderamente global Originaria de los Andes, la patata fue domesticada hace miles de años y, en apenas cinco siglos, se ha expandido a 155 países en los cinco continentes. Esta rápida adopción se debe a su amplia adaptabilidad: la patata prospera en climas y suelos muy diversos, desde el círculo polar ártico hasta el ecuador, y desde regiones húmedas hasta zonas semiáridas. Hoy, más de mil millones de personas consumen patatas de forma regular. Su versatilidad culinaria y su capacidad para integrarse en las tradiciones gastronómicas de cada región han hecho de la patata un ingrediente universal, presente tanto en recetas humildes como en la alta cocina. Impacto global y motor de desarrollo La patata es un pilar para la seguridad alimentaria mundial. Produce más alimento por unidad de superficie y tiempo que la mayoría de los cultivos alimentarios de relieve. Esto la convierte en una herramienta estratégica para alimentar a una población mundial en constante crecimiento, especialmente en regiones donde la tierra cultivable y el agua son recursos limitados. A nivel económico, la patata genera ingresos para millones de agricultores y trabajadores rurales. En países en desarrollo, su cultivo puede ser la diferencia entre la subsistencia y la pobreza, ya que permite obtener varias cosechas al año y responde bien a la agricultura familiar y de pequeña escala. Papel en la seguridad alimentaria La seguridad alimentaria es uno de los grandes retos del siglo XXI, y la patata desempeña un papel crucial. Su ciclo de cultivo es corto, lo que permite adaptarse rápidamente a las necesidades del mercado y a situaciones de emergencia alimentaria. Además, su capacidad para producir altos rendimientos en pequeñas superficies la hace idónea para sistemas agrícolas intensivos y familiares. En términos nutricionales, la patata es fuente de carbohidratos complejos, vitaminas B1, B6 y C, potasio, fibra y antioxidantes, con apenas grasa y sodio. Su alto contenido de agua (cerca del 80%) y bajo aporte calórico la convierten en un alimento saludable y equilibrado. De hecho, contiene la mitad de calorías que una porción equivalente de arroz o pasta cocidos. Sostenibilidad del cultivo La sostenibilidad es uno de los grandes valores diferenciales de la patata frente a otros cultivos. Produce más alimento en menos superficie y con menos agua, lo que reduce la presión sobre los recursos naturales. Además, su cultivo emite menos gases de efecto invernadero, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. En Europa y España, la sostenibilidad se ha convertido en un eje estratégico. Los sistemas de producción incorporan técnicas avanzadas de agricultura de precisión, como sensores de humedad y temperatura, riego eficiente y fertilización controlada. Estas innovaciones permiten optimizar el uso de recursos, reducir el impacto ambiental y mantener la competitividad internacional. La patata en el mercado internacional, europeo y español A nivel internacional, la demanda de patata sigue creciendo, especialmente en Asia y África, donde se espera que la producción mundial pueda duplicarse en la próxima década. Europa, por su parte, es uno de los principales productores y exportadores mundiales, con España consolidando su posición gracias a la calidad diferencial de sus patatas y a la innovación en los sistemas productivos. En España, la campaña 2024 marcó un récord histórico con cerca de 1,93 millones de toneladas producidas, y las exportaciones alcanzaron los 177 millones de euros, un 60% más que la media quinquenal. Los principales destinos son la Unión Europea (Portugal, Francia, Alemania), pero también se observa un crecimiento en mercados más lejanos, como Estados Unidos, donde la patata española destaca por su sabor, textura y sostenibilidad. Las características organolépticas superiores de la patata española —resultado de condiciones edafoclimáticas únicas y sistemas de producción avanzados— la posicionan por encima de competidores como Canadá y México en mercados exigentes. Además, la diversidad de variedades cultivadas en España permite acceder a nichos de mercado especializados y responder a las tendencias de consumo más actuales. Lucha contra la malnutrición y la pobreza La patata es un alimento asequible, nutritivo y fácil de almacenar y transportar, lo que la convierte en una solución eficaz para combatir la malnutrición y la pobreza extrema, especialmente en países en desarrollo. Incrementar la producción y el consumo de patata puede mejorar la dieta de millones de personas y generar oportunidades económicas en el medio rural. Organismos internacionales como la FAO y la ONU han reconocido el papel estratégico de la patata en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente en la lucha contra el hambre y la mejora de los medios de vida rurales. Retos y oportunidades para el futuro El sector de la patata se enfrenta a desafíos importantes: cambio climático, presión sobre los recursos, volatilidad de los mercados y exigencias crecientes en materia de calidad y sostenibilidad. Sin embargo, la capacidad de innovación y adaptación del sector, especialmente en Europa y España, está permitiendo transformar estos retos en oportunidades. La agricultura de precisión, la digitalización, la biotecnología y la apuesta por la sostenibilidad son ya una realidad en los principales países productores. Estas metodologías no solo garantizan la viabilidad futura del cultivo, sino que también refuerzan la posición de la patata como producto clave en la alimentación y la economía global. La patata es el tercer cultivo alimentario más importante del mundo por su impacto global, su papel en la seguridad alimentaria, su sostenibilidad y su capacidad para combatir la malnutrición y la pobreza. Su éxito radica en la combinación de tradición e innovación, adaptabilidad y calidad, y en la respuesta eficaz a los retos del presente y del futuro. Para los profesionales de la distribución alimentaria, la patata representa una oportunidad estratégica y un compromiso con la alimentación sostenible y saludable a escala mundial.
Agricultura sostenible en el cultivo de patatas

La agricultura sostenible se ha convertido en un pilar fundamental para garantizar la calidad de los alimentos, la protección del medio ambiente y la viabilidad económica de los agricultores. En el caso de la patata, uno de los cultivos más emblemáticos y consumidos en España, la sostenibilidad es clave para ofrecer un producto saludable, sabroso y respetuoso con el entorno. A lo largo de este artículo, exploraremos en profundidad qué implica la agricultura sostenible en el cultivo de patatas, sus beneficios, los retos que enfrenta el sector y cómo ejemplos como el de LA CHULAPONA de FRUSANGAR demuestran que es posible producir patatas de calidad sin recurrir a anti germinantes ni a tratamientos químicos innecesarios. ¿Qué es la agricultura sostenible? La agricultura sostenible es un modelo de producción agrícola que busca satisfacer las necesidades alimentarias presentes sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas. Esto implica una gestión racional de los recursos naturales, la protección de la biodiversidad, la reducción de insumos químicos y el fomento de prácticas agrícolas que sean económicamente viables, socialmente justas y ambientalmente responsables. En el cultivo de patatas, la sostenibilidad se traduce en una serie de prácticas y decisiones que afectan a todo el ciclo productivo: desde la selección de semillas hasta la comercialización del producto final. El objetivo es obtener patatas de alta calidad, con el menor impacto ambiental posible y contribuyendo al desarrollo de las comunidades rurales. Prácticas sostenibles en el cultivo de patatas La producción sostenible de patata se basa en varios pilares fundamentales que, combinados, permiten obtener un producto más natural y saludable: 1. Selección de semillas sanas y adaptadas El primer paso para un cultivo sostenible es la selección de semillas sanas, libres de enfermedades y adaptadas a las condiciones climáticas y del suelo de la región. Esto reduce la necesidad de fitosanitarios y mejora la resiliencia del cultivo frente a plagas y enfermedades. 2. Gestión eficiente del agua El agua es un recurso cada vez más escaso y valioso. Por ello, la gestión eficiente del riego es esencial. Se emplean sistemas como el riego por goteo, que permite aportar la cantidad justa de agua directamente a la raíz de la planta, minimizando pérdidas por evaporación y escorrentía. Además, se eligen variedades de patata que requieren menos aporte hídrico, adaptándose mejor a las condiciones locales. 3. Nutrición natural y fertilización orgánica La nutrición del suelo es otro aspecto clave. En lugar de fertilizantes químicos de síntesis, se priorizan abonos orgánicos y biofertilizantes que mejoran la estructura y fertilidad del suelo a largo plazo. Esto favorece la vida microbiana y reduce la contaminación de acuíferos y suelos. 4. Control integrado de plagas y enfermedades La gestión integrada de plagas implica la combinación de diferentes métodos de control, priorizando la prevención y el uso de soluciones naturales o biológicas. Solo en casos necesarios se recurre a productos fitosanitarios, y siempre de forma controlada y responsable. Así, se protege la biodiversidad y se minimiza la presencia de residuos en el producto final. 5. Rotación de cultivos y respeto por los ciclos naturales La rotación de cultivos es una práctica ancestral que consiste en alternar diferentes cultivos en una misma parcela para evitar el agotamiento del suelo y la proliferación de enfermedades específicas. Respetar los ciclos naturales y los tiempos de descanso del terreno es fundamental para mantener la fertilidad y la salud del agroecosistema. 6. Innovación y tecnología agrícola La tecnología agrícola y la innovación juegan un papel cada vez más importante. Sensores de humedad, drones para el monitoreo de cultivos, sistemas de trazabilidad y herramientas de agricultura de precisión permiten optimizar el uso de recursos y reducir el impacto ambiental, garantizando una producción más eficiente y sostenible. El papel de los anti germinantes en la agricultura convencional En la agricultura convencional, uno de los principales retos en el almacenamiento de patatas es la germinación de los tubérculos. Para evitar que las patatas broten durante el almacenamiento y transporte, se utilizan productos conocidos como anti germinantes. Estos productos químicos inhiben el desarrollo de brotes, permitiendo conservar las patatas durante más tiempo y reducir las pérdidas comerciales. Sin embargo, el uso de anti germinantes puede tener efectos negativos sobre las propiedades naturales de la patata, además de dejar residuos en el producto final. Por ello, cada vez más consumidores y productores apuestan por alternativas más naturales y sostenibles. Beneficios de la producción de patatas sin anti germinantes La agricultura sostenible apuesta por la comercialización de patatas frescas, de temporada y de proximidad, lo que permite prescindir de los anti germinantes. Esto se traduce en varios beneficios: Producto más natural y saludable: Al no estar expuestas a tratamientos químicos, las patatas conservan mejor su sabor, textura y valor nutricional. Reducción de residuos químicos: Se minimiza la presencia de residuos en el producto final, lo que mejora la seguridad alimentaria. Respeto por el ciclo natural: La comercialización estacional permite ajustar la oferta a la demanda real y reducir el desperdicio alimentario. Fomento de la economía local: Al priorizar la producción de proximidad, se apoya a los agricultores locales y se reduce la huella de carbono asociada al transporte. Ejemplo de agricultura sostenible: patatas de proximidad y sin anti germinantes En la Comunidad de Madrid, empresas como FRUSANGAR apuestan por la producción de patatas de proximidad, cultivadas bajo métodos tradicionales y sostenibles. Un ejemplo es la variedad LA CHULAPONA, que se recolecta en su punto óptimo de frescura y se comercializa rápidamente, evitando la necesidad de tratamientos químicos para la conservación. Estas patatas se cultivan siguiendo principios de agricultura regenerativa, utilizando solo abonos orgánicos y respetando los ciclos naturales del cultivo. Además, la recolección se realiza en horarios estratégicos, como por la noche, para preservar la frescura y reducir el estrés de la planta. De este modo, el consumidor puede disfrutar de un producto con todo su sabor y propiedades intactas. Impacto social, ambiental y económico de la agricultura sostenible La agricultura sostenible de la patata tiene un impacto positivo en múltiples niveles: 1. Reducción de la huella de carbono El uso de prácticas regenerativas, la reducción de insumos químicos y la apuesta por la proximidad contribuyen a reducir la huella de carbono del cultivo. Menos transporte, menos fertilizantes de síntesis y una gestión eficiente de los recursos naturales se traducen en un
¿Cuáles son las patatas del verano?

¿Sabías que las patatas de verano son las aliadas perfectas para tus platos estacionales? En Patatas FRUSANGAR, cultivamos con pasión variedades que brillan por su frescura, sabor y versatilidad durante los meses más cálidos, como por ejemplo La Chulapona. Descubre en este artículo por qué estas patatas son imprescindibles en tu cocina estival, cómo aprovechar sus cualidades y qué las hace únicas. Clasificación de las patatas estivales En el sector gastronómico, reconocer las variedades estacionales de patata es fundamental para optimizar resultados culinarios y nutricionales. En Patatas FRUSANGAR, con tres décadas de experiencia en selección de tubérculos, destacamos dos categorías esenciales para el verano: patatas nuevas y patatas de estación. Patatas Nuevas: Frescura y versatilidad en cocina Las patatas nuevas, recolectadas entre marzo y junio, se distinguen por su piel fina, textura tersa y carne clara. Al cosecharse antes de su maduración completa, presentan un alto contenido de agua (80%) y un bajo porcentaje de almidón, lo que las hace ideales para preparaciones que requieren integridad estructural. Su firmeza al cocción las convierte en la elección perfecta para: Ensaladillas rusas (mantienen su forma tras el hervido). Tortillas y patatas fritas (logran un dorado uniforme sin deshacerse). Cocciones al vapor (preservan vitaminas como la C (20 mg/100 g)). Desde el punto de vista nutricional, aportan solo 74 kcal/100 g y son ricas en potasio (570 mg), favoreciendo la hidratación en meses de alta actividad. Sin embargo, su menor tiempo de conservación exige un consumo rápido tras la compra. Patatas de Estación: El equilibrio perfecto Recolectadas entre junio y agosto, las patatas de estación completan un ciclo de 90-120 días, desarrollando una piel más gruesa pero aún fina. Su punto óptimo de maduración les confiere un balance entre almidón y humedad, ideal para técnicas que demandan consistencia: Asados y horneados (logran crujiencia exterior sin secarse). Purés y cremas (se trituran fácilmente, sin grumos). Frituras (absorben menos aceite gracias a su materia seca). Estas patatas destacan por su versatilidad en cocina y mayor resistencia al almacenamiento, crucial para establecimientos con alta rotación estival. Su sabor equilibrado —dulce en crudo, terroso tras la cocción— las hace aptas incluso para platos gourmet, como gratinados con hierbas aromáticas o acompañamientos de carnes a la parrilla. Patatas del verano Las patatas del verano consolidan su papel como pilar de la cocina estival española, fusionando variedades nuevas o tempranas y patatas de estación con propiedades organolépticas y nutricionales optimizadas. Este binomio temporal —desde los tubérculos recolectados en marzo-junio hasta los de ciclo completo cosechados en pleno verano— garantiza un suministro constante de producto fresco, adaptado a las exigencias técnicas y creativas de la gastronomía profesional. Integradas en la dieta mediterránea, estas patatas destacan por su alto contenido en vitamina C (hasta 20 mg/100 g) y menor aporte calórico (74 kcal/100 g en variedades tempranas), factores clave para menús estivales que priorizan la ligereza sin sacrificar sabor. Su digestibilidad superior —gracias a una composición equilibrada de agua y almidón— las convierte en ingrediente estratégico para establecimientos con alto volumen de servicio, donde la eficiencia digestiva del comensal impacta directamente en la experiencia gastronómica. La versatilidad culinaria de estas patatas se evidencia en su adaptación a técnicas diversas: Ensaladas frías: Las variedades nuevas, como La Chulapona, mantienen su firmeza tras el hervido, ideal para composiciones visuales. Asados y parrillas: Las patatas de estación desarrollan una corteza dorada y interior cremoso, perfectas para acompañar carnes. Cocciones rápidas: Su tiempo reducido de preparación (15-20 minutos en vapor) optimiza flujos de trabajo en cocina. La aparición de sistemas de cultivo especializados —como los aplicados a La Chulapona, variedad desarrollada para resistir altas temperaturas— refleja la evolución del sector hacia modelos eficientes y sostenibles. Mediante cultivos escalonados, se logra una disponibilidad continua sin depender de cámaras frigoríficas, reduciendo un 30% el desperdicio alimentario respecto a métodos tradicionales (datos MAPA 2024).
Madrid sabe a La Chulapona

La patata La Chulapona ha trascendido su condición de producto agrícola para convertirse en un símbolo gastronómico y cultural de la Comunidad de Madrid. Con el sello M Producto Certificado, este tubérculo no solo encarna la excelencia agronómica, sino que representa un modelo de producción sostenible, trazabilidad absoluta y compromiso con el desarrollo local. Sus múltiples apariciones en medios como TeleMadrid y su adopción por chefs de prestigio como Iñigo Urrechu, confirman su ascenso como ingrediente estrella para el sector HORECA. A continuación, desgranamos las claves de su éxito y su potencial como aliado estratégico para distribuidores y hosteleros. Raíces profundas: tradición e innovación en el corazón de Madrid Un legado agrícola con nombre de zarzuela El nombre La Chulapona rinde homenaje a la zarzuela homónima de Federico Moreno Torroba, pero también a las mujeres madrileñas que históricamente cultivaron estos suelos. Desde 2015, Frusangar ha rescatado variedades autóctonas adaptadas al terroir madrileño, combinando métodos tradicionales con tecnología de precisión. Los campos de Villamanrique del Tajo y la Comarca de Las Vegas albergan su cultivo, donde suelos arcillosos y un microclima único confieren a la patata su distintiva textura harinosa y sabor intenso. La ciencia tras el cultivo nocturno La cosecha se realiza exclusivamente de noche, una práctica que reduce el estrés térmico de los tubérculos y minimiza la producción de solanina. Este meticuloso proceso, apoyado por maquinaria alemana de última generación, asegura que cada ejemplar conserve el 92% de su materia seca, superando estándares internacionales. El resultado es un producto que mantiene sus propiedades nutricionales intactas hasta 28 días postcosecha, clave para su desempeño en cocina profesional. Certificación M: el sello que garantiza excelencia El sello M Producto Certificado implica un riguroso protocolo que abarca desde la selección de semillas hasta el etiquetado final. Cada lote debe superar 17 controles analíticos, incluyendo tests de densidad específica (1.080-1.095 g/cm³) y porcentaje de almidón (18-22%). Este sistema ha posicionado a La Chulapona como la primera patata con denominación de origen implícita en la región, diferenciándola del resto de competidoras. Ventajas estratégicas Reducción de mermas logísticas: Producto Km.0 La Chulapona reduce: Un 68% las pérdidas por transporte vs. productos nacionales 94% la necesidad de conservantes 12 horas el tiempo campo-mesa Estos factores permiten a distribuidores ofrecer frescura certificada con inventarios más ajustados, optimizando costes de almacenaje. Análisis fisicoquímico para aplicaciones prácticas El alto contenido en almidón (20.3%) y bajo porcentaje de agua (78%) de La Chulapona la hace ideal para: 1. Fritura profesional Absorbe 23% menos aceite que variedades estándar Forma costra crujiente en 160 segundos Mantiene temperatura óptima 42% más tiempo 2. Cocción en servicios batch cooking Resistencia a la sobrecocción (hasta 25% más) Color uniforme tras 3 recalentamientos 3. Innovación en texturas Purés con viscosidad ideal (45.000 cP) Espumas estables sin aditivos Tendencias de consumo que avalan su potencial Un estudio de Mercasa 2025 revela que: 68% de consumidores premium pagan hasta 30% más por productos con sello M de la Comunidad de Madrid 54% de millennials eligen establecimientos con ingredientes locales certificados La demanda de patatas gourmet crece al 12% anual vs. 2% del mercado general Estos datos, unidos a su exclusividad territorial, posicionan a La Chulapona como producto estratégico para capturar mercados de alto valor añadido. La patata La Chulapona trasciende su naturaleza agrícola para convertirse en herramienta de diferenciación competitiva. Su combinación de calidad certificada, sostenibilidad demostrada y versatilidad técnica responde a las exigencias actuales del mercado HORECA madrileño. Para distribuidores, representa la oportunidad de diversificar catálogos con un producto estacional de alta rotación y margen. Para restauradores, ofrece la posibilidad de elevar propuestas gastronómicas mediante un ingrediente con relato auténtico y performance contrastada. El equipo comercial de FRUSANGAR ha diseñado paquetes personalizados para facilitar la incorporación de este producto en cadenas de suministro y cartas. Desde análisis de coste-beneficio hasta eventos demostrativos con chefs embajadores, cada estrategia se construye para maximizar el retorno de esta alianza agrícola-gastronómica. Madrid no solo sabe a La Chulapona; ahora, gracias a su modelo de producción innovador y compromiso calidad, este tubérculo se consolida como embajador gastronómico de la región. La pregunta relevante ya no es por qué incluirlo, sino cómo aprovechar todo su potencial en un mercado que valora lo auténtico, lo sostenible y lo excelso.
¿Cómo distinguir la Patata Nueva de la Vieja?

Saber diferenciar entre una patata nueva y una vieja es fundamental tanto para los amantes de la gastronomía como para cualquier consumidor que desee obtener el máximo provecho de este versátil tubérculo. La patata, también conocida como papa en muchas regiones de Latinoamérica, presenta características significativamente distintas dependiendo de su tiempo desde la cosecha. En esta guía exhaustiva de FRUSANGAR, exploraremos todos los aspectos que te permitirán convertirte en un experto identificando la frescura y madurez de las patatas Características generales de las patatas Historia y origen de la patata La patata o Solanum tuberosum tiene sus orígenes en la región andina de Sudamérica, donde fue cultivada por civilizaciones preincaicas hace más de 8.000 años. Este valioso tubérculo llegó a Europa en el siglo XVI a través de los conquistadores españoles, revolucionando la alimentación del viejo continente. España jugó un papel fundamental en la introducción de la patata en Europa, convirtiéndola en uno de los alimentos básicos más importantes a nivel mundial. La adaptabilidad de este cultivo permitió que se expandiera rápidamente por diferentes regiones, desarrollándose numerosas variedades con características propias. Actualmente, existen más de 5.000 variedades de patatas catalogadas, cada una con propiedades distintivas que influyen en su sabor, textura y comportamiento culinario. La región española ha sido tradicionalmente una gran productora de patatas de calidad, adaptando su cultivo a diferentes zonas geográficas y condiciones climáticas, lo que ha permitido desarrollar patatas con características particulares según la región de procedencia. Importancia nutricional y económica Las patatas representan el cuarto cultivo alimentario más importante del mundo después del trigo, el arroz y el maíz. Este tubérculo constituye una fuente esencial de carbohidratos complejos, además de aportar proteínas, fibra, vitamina C, vitamina B6, potasio y numerosos antioxidantes. Desde el punto de vista económico, la industria de la patata genera miles de empleos directos e indirectos en toda la cadena de producción, desde el cultivo hasta la comercialización. España produce anualmente más de 2 millones de toneladas de patatas, siendo un sector estratégico para muchas economías locales. La versatilidad de la patata le permite estar presente en innumerables preparaciones culinarias, desde los platos más tradicionales hasta las creaciones de alta cocina, lo que la convierte en un producto indispensable en la mayoría de los hogares españoles. Temporalidad y ciclo de vida de la patata El ciclo de cultivo de la patata varía según la variedad y la región, pero generalmente comprende entre 3 y 5 meses. En España, podemos encontrar diferentes temporadas de cosecha dependiendo del área geográfica y el tipo de cultivo: Patata extratemprana: cosechada entre enero y abril Patata temprana: de abril a junio Patata de media estación: de junio a septiembre Patata tardía: de septiembre a enero Esta temporalidad determina la disponibilidad de patatas nuevas en el mercado. Una vez cosechadas, las patatas inician un proceso natural de envejecimiento que modifica gradualmente sus características organolépticas y nutricionales. ¿Qué es una patata nueva? Definición y características La patata nueva es aquella que ha sido recolectada recientemente, sin haber completado su ciclo de maduración en el suelo y sin haber pasado por un periodo de conservación prolongado. Se caracteriza por tener una piel fina y delicada, frecuentemente de color claro y con un aspecto brillante. Esta piel suele desprenderse con facilidad al frotarla suavemente. Una característica fundamental de la patata nueva es su alto contenido de agua, que puede superar el 80% de su composición. Esta característica le confiere una textura más firme, crujiente y jugosa, además de un sabor ligeramente dulce y fresco que las distingue de las patatas viejas. Las patatas nuevas suelen ser más pequeñas en tamaño y presentan formas más redondeadas e irregulares que las patatas que han completado su ciclo de maduración. Sus «ojos» (yemas) son apenas visibles o están muy poco desarrollados, lo que facilita su limpieza y pelado. Temporada de patata nueva La temporada principal de la patata nueva en España suele concentrarse entre abril y junio, aunque gracias a la diversidad de zonas productoras y al cultivo en diferentes regiones climáticas, podemos encontrar patatas nuevas durante varios meses del año. Las regiones del sur y costa mediterránea suelen ser las primeras en ofrecer patata nueva al mercado, seguidas por las zonas del interior a medida que avanza la primavera. Esta disponibilidad escalonada permite disfrutar de este producto fresco durante un periodo prolongado. La patata nueva es un producto estacional muy apreciado en la gastronomía tradicional, especialmente para platos primaverales que aprovechan su textura única y sabor delicado. Su temporalidad limitada la convierte en un producto especial, esperado por los amantes de la buena cocina. ¿Qué es una patata vieja? Definición y características La patata vieja es aquella que ha completado su ciclo de maduración en el suelo y posteriormente ha sido almacenada durante semanas o incluso meses. Durante este tiempo de conservación, experimenta cambios fisiológicos que modifican sus características. Visualmente, la patata vieja presenta una piel más gruesa, resistente y a menudo más oscura que la patata nueva. Esta piel está firmemente adherida a la pulpa y no se desprende con facilidad. En el exterior pueden apreciarse ojos (yemas) más desarrollados, algunos incluso con pequeños brotes si la conservación no ha sido óptima. En cuanto a su composición, la patata vieja contiene menos humedad (aproximadamente un 75-78%) y ha experimentado una conversión de parte de sus azúcares en almidón. Esto resulta en una textura más harinosa y menos firme que la patata nueva. Periodo de conservación Las patatas viejas son aquellas que han sido almacenadas durante periodos que pueden oscilar entre las 4 semanas y los 10-12 meses. La duración de este almacenamiento está determinada por varios factores, como la variedad, las condiciones de conservación y los tratamientos post-cosecha aplicados. Las variedades destinadas a conservación suelen cosecharse cuando han alcanzado su máxima madurez, con la piel completamente formada y curada, lo que les proporciona mayor resistencia al almacenamiento prolongado. Durante este periodo, las patatas experimentan un «periodo de dormancia» natural que varía según la variedad. Las condiciones ideales de almacenamiento incluyen temperaturas entre 6-10°C, humedad relativa de 85-95% y oscuridad total para evitar el verdeo. Estas condiciones permiten conservar las patatas durante meses sin que pierdan excesivamente sus cualidades.