La patata La Chulapona ha trascendido su condición de producto agrícola para convertirse en un símbolo gastronómico y cultural de la Comunidad de Madrid. Con el sello M Producto Certificado, este tubérculo no solo encarna la excelencia agronómica, sino que representa un modelo de producción sostenible, trazabilidad absoluta y compromiso con el desarrollo local. Sus múltiples apariciones en medios como TeleMadrid y su adopción por chefs de prestigio como Iñigo Urrechu, confirman su ascenso como ingrediente estrella para el sector HORECA. A continuación, desgranamos las claves de su éxito y su potencial como aliado estratégico para distribuidores y hosteleros.
Raíces profundas: tradición e innovación en el corazón de Madrid
Un legado agrícola con nombre de zarzuela
El nombre La Chulapona rinde homenaje a la zarzuela homónima de Federico Moreno Torroba, pero también a las mujeres madrileñas que históricamente cultivaron estos suelos. Desde 2015, Frusangar ha rescatado variedades autóctonas adaptadas al terroir madrileño, combinando métodos tradicionales con tecnología de precisión. Los campos de Villamanrique del Tajo y la Comarca de Las Vegas albergan su cultivo, donde suelos arcillosos y un microclima único confieren a la patata su distintiva textura harinosa y sabor intenso.
La ciencia tras el cultivo nocturno
La cosecha se realiza exclusivamente de noche, una práctica que reduce el estrés térmico de los tubérculos y minimiza la producción de solanina. Este meticuloso proceso, apoyado por maquinaria alemana de última generación, asegura que cada ejemplar conserve el 92% de su materia seca, superando estándares internacionales. El resultado es un producto que mantiene sus propiedades nutricionales intactas hasta 28 días postcosecha, clave para su desempeño en cocina profesional.
Certificación M: el sello que garantiza excelencia
El sello M Producto Certificado implica un riguroso protocolo que abarca desde la selección de semillas hasta el etiquetado final. Cada lote debe superar 17 controles analíticos, incluyendo tests de densidad específica (1.080-1.095 g/cm³) y porcentaje de almidón (18-22%). Este sistema ha posicionado a La Chulapona como la primera patata con denominación de origen implícita en la región, diferenciándola del resto de competidoras.

Ventajas estratégicas
Reducción de mermas logísticas: Producto Km.0
La Chulapona reduce:
Un 68% las pérdidas por transporte vs. productos nacionales
94% la necesidad de conservantes
12 horas el tiempo campo-mesa
Estos factores permiten a distribuidores ofrecer frescura certificada con inventarios más ajustados, optimizando costes de almacenaje.
Análisis fisicoquímico para aplicaciones prácticas
El alto contenido en almidón (20.3%) y bajo porcentaje de agua (78%) de La Chulapona la hace ideal para:
1. Fritura profesional
- Absorbe 23% menos aceite que variedades estándar
- Forma costra crujiente en 160 segundos
- Mantiene temperatura óptima 42% más tiempo
2. Cocción en servicios batch cooking
- Resistencia a la sobrecocción (hasta 25% más)
- Color uniforme tras 3 recalentamientos
3. Innovación en texturas
- Purés con viscosidad ideal (45.000 cP)
- Espumas estables sin aditivos
Tendencias de consumo que avalan su potencial
Un estudio de Mercasa 2025 revela que:
68% de consumidores premium pagan hasta 30% más por productos con sello M de la Comunidad de Madrid
54% de millennials eligen establecimientos con ingredientes locales certificados
La demanda de patatas gourmet crece al 12% anual vs. 2% del mercado general
Estos datos, unidos a su exclusividad territorial, posicionan a La Chulapona como producto estratégico para capturar mercados de alto valor añadido.

La patata La Chulapona trasciende su naturaleza agrícola para convertirse en herramienta de diferenciación competitiva. Su combinación de calidad certificada, sostenibilidad demostrada y versatilidad técnica responde a las exigencias actuales del mercado HORECA madrileño.
Para distribuidores, representa la oportunidad de diversificar catálogos con un producto estacional de alta rotación y margen. Para restauradores, ofrece la posibilidad de elevar propuestas gastronómicas mediante un ingrediente con relato auténtico y performance contrastada.
El equipo comercial de FRUSANGAR ha diseñado paquetes personalizados para facilitar la incorporación de este producto en cadenas de suministro y cartas. Desde análisis de coste-beneficio hasta eventos demostrativos con chefs embajadores, cada estrategia se construye para maximizar el retorno de esta alianza agrícola-gastronómica.
Madrid no solo sabe a La Chulapona; ahora, gracias a su modelo de producción innovador y compromiso calidad, este tubérculo se consolida como embajador gastronómico de la región. La pregunta relevante ya no es por qué incluirlo, sino cómo aprovechar todo su potencial en un mercado que valora lo auténtico, lo sostenible y lo excelso.